dimecres, d’agost 16, 2006

El jaiu, guardameta.

Cuando le he visto hoy he pensado que me había confundido. Salía de nadar e iba a tumbarme un rato al sol para secarme y ha aparecido allí, como un espejismo de la infancia.
El jaiu, guardameta.
Han pasado muchos años desde que se enfadaba conmigo porque tiraba el balón siempre fuera y le hacía perder el tiempo. He crecido más de un metro, han convertido el campo de cemento en uno de césped artificial, la cancha de básquet en un solarium, mi colegio en oficinas y han hecho una piscina descapotable muy moderna.
Pero allí seguía el jaiu, diez, quinze años después. Pero igual, exactamente igual y no era un espejismo. Tal vez algo lento de reflejos, pero siempre bien colocado y con la experiencia ayudándole a adivinar por donde van a ir los tiros.
Yo he pasado de mocoso tocapelotas a estudiante, de eso a mozo de almacén y peón de fábrica, camarero, agente censal, instalador de gas, empleado de ciberkafé, auxiliar administrativo, re-estudiante y re-camarero-panadero.
Él seguramente se habrá jubilado, aunque tal vez ya lo estaba antes. Puede que haya ido acumulando nietos o que nunca haya tenido hijos.
Pero sigue siendo el jaiu, ese guardameta serio pero con sentido del humor, con sus rodilleras, sus protecciones cubriendole todo el brazo, con su gorra y su camiseta azul.
Y a su alrededor, como casi siempre, un corro de chutadores la mayoría de los cuales no habían siquiera nacido cuando él empezó a ser el jaiu guardameta.

1 comentari:

Anònim ha dit...

Hi ha certs personatges de la infància que semblen no canviar mai, tat? Jo tbe ne tinc alguns així al meu poble i són dignes d'admirar!
Res noiet, t'acabo d'escriure un mail, a vore si mirem lo correu!
muuuuaks
EdelWeisS