dissabte, de març 31, 2007

Jordina (o lo que a todos nos gusta, pero pocos hacen)

Hoy al cruzarme con Jordina por el pasillo me ha felicitado por mi cumpleaños, que es la semana que viene, y me ha gustado que alguien se hubiera acordado de mí. Yo me he acordado de que ella también es Aries, y que nuestros cumpleaños eran cercanos. Cuando estaba tratando de adivinar si el suyo era anterior o posterior me ha recordado “el meu va ser ahir”.
Ouch, mala memoria. Mala cabeza. Mal, muy mal.

En el restaurante chino había una niña que hacía el tonto, como todas las personitas, para tratar de llamar la atención. Golpeaba en la mesa con un tenedor, gritaba “mamá, mira, mamá” una y otra vez, y si no funcionaba pues lloraba y pataleaba, como hacen siempre esos engendros pequeñitos.

Pero realmente cuando crecemos no cambiamos tanto en ese aspecto. A todos nos sigue gustando que nos miren, aunque no del mismo modo. Puede que a algunos no sólo no les guste tener la atención física, ocular, de los demás sino que incluso les moleste, pero sin embargo a todos nos gusta que piensen en nosotros. Que nos tengan en cuenta, que se acuerden, que nos tengan presentes. Incluso cuando no estamos. Incluso más cuando no estamos.
Es distinto, tal vez casi patológico. Pero es así. Ya no nos basta, o ya no nos importa, la atención perceptiva puntual.

Pero por otro lado mientras uno sólo puede mirar a alguien cada vez, podría pensar en varias personas a lo largo del día. Eso sería una ventaja, pero la verdad es que, por lo general, a nadie le gusta tener que pensar demasiado en los demás. Todos quisieran recordar los cumpleaños, pero pocos los recuerdan. Y sobretodo todos queremos que recuerden el nuestro.

Todos queremos atención, pero atender ya no resulta tan gratificante. Hace tiempo que eso de que “es mejor dar que recibir” ya sólo sirve cuando se reparten yoyas, insultos, o cualquier otro improperio que nadie querría para sí.

Mala memoria, no tengo agenda, nunca me acuerdo de esas cosas.. excusas que todos ponemos pero que a ninguno nos sirven.
Habría que buscar soluciones. Comprarse una agenda nueva y usarla (nunca me acostumbro, bla bla..), contratar una secretaria.. empezar a dejarse de excusas.

Y para empezar, por lo menos, aprender a pedir perdón.

Ho sento, Jordina, no tinc excusa, soc un coi de desastre.
Perdó.